top of page

Novedades en síndrome de Williams

El interés de la revisión radica en que tanto el lenguaje como la música comparten elementos cognitivos comunes, como la percepción del tono, ritmo y la memoria auditiva, y podrían involucrar mecanismos neuronales similares.

Este artículo ofrece una revisión integrativa y sistemática de investigaciones sobre la relación entre la música y el lenguaje en personas con Síndrome de Williams. Para ello, se identificaron ocho estudios que exploran cómo ciertas dimensiones musicales se relacionan con habilidades lingüísticas, memoria verbal y procesamiento emocional.

Uno de los estudios pioneros analizados fue el de Don et al. (1999), que investigó si las habilidades musicales básicas como la percepción de tonos y ritmos se correlacionan con habilidades verbales en niños con Síndrome de Williams (SW). Los resultados mostraron que estos niños, sin entrenamiento musical previo, mostraban un desempeño musical mayor al esperado según su coeficiente intelectual, y se observaron correlaciones moderadas entre habilidades musicales y verbales, especialmente en aspectos como la atención auditiva y la memoria de trabajo, aunque no en la fluidez verbal. Este estudio sugiere que las habilidades musicales podrían estar conservadas o incluso ser un punto fuerte relativo en el SW, y que podrían influir positivamente en la cognición verbal.

Otros estudios se centraron en la relación entre la discriminación del tono musical y las habilidades prosódicas del lenguaje. La prosodia, que incluye elementos como la entonación, el acento y el ritmo en el habla, es fundamental para la comprensión y producción lingüística. Martínez-Castilla y Sotillo (2014) encontraron una correlación significativa entre la capacidad para discriminar tonos musicales y la comprensión de la prosodia en palabras aisladas en personas con SW. Sin embargo, esta correlación no se extendía a oraciones completas, donde la prosodia también involucra parámetros como la duración y el volumen. Otro estudio de la misma autora mostró que la práctica musical mejora la comprensión prosódica, especialmente en lo que respecta a la entonación, en personas con SW.

El impacto de la práctica musical en la memoria verbal fue otro tema destacado en dos estudios. Martens et al. (2011) y Dunning et al. (2015) evaluaron si las lecciones musicales podían mejorar la memoria de oraciones cantadas en personas con SW. Ambos estudios concluyeron que la práctica musical formal favorece la memoria verbal, aunque con matices. En el primero, la mejora se notó solo en tareas de reconocimiento y no en tareas de recuerdo inmediato. En el segundo, que introdujo una melodía original en lugar de una conocida, los beneficios se observaron tanto en condiciones cantadas como habladas, lo que sugiere que las nuevas melodías también pueden facilitar la codificación de información verbal en estos individuos.

En cuanto al procesamiento emocional, las personas con SW muestran una sensibilidad atípica hacia las emociones, con una tendencia a identificar mejor las emociones positivas que las negativas, tanto en estímulos vocales como musicales. Heaton et al. (2020) mostraron que estas personas son más precisas al identificar emociones vocales que emociones transmitidas por música instrumental, aunque en ambos casos tienen dificultad con emociones negativas como la tristeza o el miedo. Ng et al. (2013) estudiaron la relación entre la expresividad emocional musical y las habilidades lingüísticas, encontrando una correlación inversa en personas con SW: cuanto mayor su respuesta emocional ante la música, menor su competencia verbal, patrón opuesto al observado en personas con desarrollo típico. Estos resultados sugieren una organización cognitiva emocional y verbal distintiva en el SW, donde la música podría ser una vía de acceso emocional alternativa o complementaria al lenguaje.

Desde una perspectiva metodológica, los estudios revisados presentan limitaciones comunes como tamaños muestrales reducidos, diagnóstico de SW no siempre estandarizado, y escasa evaluación sistemática de factores relevantes como la sensibilidad auditiva o la historia musical de los participantes.

En conjunto, los hallazgos revisados apoyan la idea de que existe una relación significativa entre ciertos aspectos de la cognición musical y habilidades lingüísticas en el SW, especialmente en áreas como la prosodia y la memoria verbal. También se destaca el potencial terapéutico de la música en este síndrome, ya que podría contribuir a mejorar la comprensión prosódica y la retención verbal. Sin embargo, la relación causal entre la práctica musical y mejoras lingüísticas aún no está clara, y se necesita más investigación que pueda clarificar esta incógnita.


Autores: Jeremy Villatte, Agnès Lacroix, Laure Ibernon, Christelle Declerq, Amandine Hippolyte, Guillaume Vivier, Nathalie Marec-Breton.

Referencia bibliográfica: Villatte, J., Lacroix, A., Ibernon, L., Declerq, C., Hippolyte, A., Vivier, G., & Marec-Breton, N. (2025). Music and Language in Williams Syndrome: An Integrative and Systematic Mini-Review. Behavioral Sciences, 15(5), 595. https://doi.org/10.3390/bs15050595


Información resumida por Marta Almería Morena. Editada y subida por Carlos Romero Rivas.

Entre las múltiples características clínicas, se ha observado que los niños con Síndrome de Williams presentan patrones alimentarios y de desarrollo físico distintos a los de la población pediátrica general.

El presente estudio tuvo como objetivo comparar la ingesta de energía y nutrientes, la diversidad dietética y el desarrollo físico de niños con Síndrome de Williams (SW) respecto a niños sanos, distribuidos en tres grupos por edades: de 1 a 3 años, de 3 a 6 años y mayores de 6 años. Se utilizaron métodos transversales de recolección de datos, incluyendo cuestionarios de frecuencia alimentaria, registros de ingesta y evaluaciones antropométricas estandarizadas.

En el grupo de niños de 1 a 3 años, se observó que aquellos con SW presentaban una menor puntuación de diversidad dietética (DDS) en comparación con los niños sanos. La DDS es una medida utilizada para evaluar la variedad de alimentos consumidos y, por ende, la calidad de la dieta. Esta reducción sugiere que, en edades tempranas, los niños con SW podrían estar expuestos a una dieta menos variada, lo que podría afectar la cobertura de micronutrientes esenciales en esta etapa crítica del desarrollo. Sin embargo, en este grupo, no se encontraron diferencias significativas en la ingesta total de energía ni en los porcentajes relativos de macronutrientes, lo que indicaría que, aunque la dieta es menos diversa, la cantidad calórica no difiere sustancialmente.

En el grupo de 3 a 6 años, las diferencias entre los niños con SW y su grupo control fueron más pronunciadas. Los niños con SW mostraron valores significativamente menores en el índice de masa corporal ajustado por edad (BMIZ) y en el peso por edad (WZ), lo cual refleja un retraso en el crecimiento físico. Además, su ingesta energética total fue inferior, al igual que su consumo de grasas y carbohidratos. Esto podría ser indicativo de problemas en la aceptación o tolerancia de ciertos grupos de alimentos, lo que ha sido previamente documentado en la literatura médica relacionada con el SW, especialmente en lo que respecta a trastornos gastrointestinales y dificultades sensoriales vinculadas a la alimentación. La combinación de baja ingesta energética, menor diversidad dietética y resultados antropométricos desfavorables plantea un riesgo real de desnutrición crónica.

En los niños mayores de 6 años, también se observaron diferencias significativas. La ingesta de grasas y los porcentajes de consumo de proteínas y grasas fueron menores en los niños con SW en comparación con los niños sanos. Asimismo, la DDS fue significativamente más baja, lo que confirma que la limitación en la variedad alimentaria no solo se mantiene con la edad, sino que incluso puede acentuarse. Esto podría estar relacionado con rutinas alimentarias fijas, dificultades sensoriales persistentes, o problemas conductuales que afectan las elecciones alimenticias. No obstante, en este grupo no se detectaron diferencias significativas en el BMIZ ni en la talla por edad (HZ), lo cual sugiere que, aunque persisten déficits nutricionales cualitativos, los efectos sobre el crecimiento físico podrían atenuarse con el tiempo o ser compensados por intervenciones dietéticas específicas.

En conclusión, el estudio evidenció que, en general, la dieta de los niños con SW tiende a ser menos equilibrada. A pesar de que algunos niños alcanzaban el aporte calórico recomendado, la calidad de esos aportes no era óptima, y se evidenciaba una menor inclusión de grupos alimenticios esenciales como frutas, verduras y productos proteicos variados. Las posibles causas de esta situación incluyen selectividad alimentaria, miedo a nuevos alimentos, hipersensibilidad sensorial y problemas motores orales, todos ellos más prevalentes en esta población. Estas dificultades no solo comprometen el estado nutricional, sino que también pueden tener un impacto negativo en la cognición, el comportamiento y la salud general.

Autores: Shasha Wang, Weijun Chen , Chai Ji , Fangfang Li, Junxia Guo , Jiyang Shen.

Referencia bibliográfica: Wang, S., Chen, W., Ji, C., et al. Comparison of energy and nutrient intake, dietary diversity score and physical development of William children with healthy children, 14 May 2025, PREPRINT (Version 1) available at Research Square https://doi.org/10.21203/rs.3.rs-6323899/v1

Aunque se han descrito múltiples complicaciones endocrinas y metabólicas en individuos con Síndrome de Williams, el perfil metabolómico de estos pacientes, especialmente en edades tempranas, no ha sido ampliamente explorado. Este estudio tiene como objetivo identificar metabolitos diferenciales y rutas metabólicas alteradas asociadas a este síndrome.

La expresión "perfil metabolómico" se refiere al conjunto completo de metabolitos (pequeñas moléculas como azúcares, aminoácidos, lípidos, etc.) presentes en una muestra biológica (por ejemplo, sangre, orina, tejidos) en un momento determinado, se trata de una especie de “foto química” de ese conjunto: describe qué metabolitos están presentes y en qué cantidad.

El término “metabolito” se refiere a cualquier molécula que participa en el metabolismo, ya sea como producto intermedio o final de reacciones metabólicas.  El estudio del perfil metabólico sirve para detectar alteraciones metabólicas asociadas a enfermedades, identificar diagnósticos y comprender cómo funciona o falla el metabolismo en determinadas condiciones, como el Síndrome de Williams, para de esta manera, poder proporcionar las intervenciones y cuidados necesarios.

El estudio incluyó a 25 niños con diagnóstico confirmado de Síndrome de Williams, con una edad media de 5 años. Estos fueron comparados con un grupo control de 25 niños sanos emparejados por edad y sexo. Para analizar el perfil metabolómico se empleó la técnica biológica cromatografía líquida acoplada a espectrometría de masas (LC-MS/MS).

A continuación, se describen brevemente los hallazgos principales del estudio metabolómico. En primer lugar, de los 465 metabolitos que se detectaron, 105 estuvieron aumentados en los niños con el síndrome y 64 disminuidos, respecto a los niveles de metabolitos del grupo control. Esto sugiere que los niños con Síndrome de Williams tienen un perfil metabolómico claramente distinto.

Los metabolitos con mayor diferencia de abundancia incluyeron, entre los que se vieron aumentados: ácido palmitoleico, ácido taurocólico, L-kynurenina, creatinina, homogentisato y adenosina-5’-fosfato disódico. Y entre los que se vieron disminuidos, destacan: ácido 5-hidroxiindolacético (5-HIAA), ácido docosahexaenoico (DHA), ácido araquídico, litocolato y 17α-estradiol.

Una ruta metabólica es una serie de reacciones químicas encadenadas que ocurren dentro de una célula o un organismo, donde una sustancia se transforma paso a paso en otra, gracias a la acción de enzimas específicas. El análisis reveló 15 rutas significativamente afectadas en el perfil de Síndrome de Williams, entre las más relevantes destacan: metabolismo del colesterol, biosíntesis de arginina, esteroidogénesis ovárica, metabolismo de fenilalanina, tirosina y triptófano y digestión y absorción de proteínas.

También se observaron asociaciones entre el perfil metabolómico encontrado y diferentes manifestaciones clínicas. Los niños con hernia inguinal, estenosis pulmonar periférica o retraso del crecimiento mostraron perfiles metabolómicos específicos. Un mayor tamaño de la deleción genética se asoció con niveles reducidos de varios metabolitos. Niveles elevados de creatinina sugieren un riesgo potencial de enfermedad renal crónica. Por último, metabolitos relacionados con la esteroidogénesis podrían estar vinculados con la pubertad precoz, frecuente en SWB.

Finalmente, se observó que los perfiles metabolómicos de los niños con Síndrome de Willians compartieron similitudes con aquellos observados en trastornos como: enfermedad celíaca, trastornos del espectro autista, alzheimer, esquizofrenia, deficiencia de NAD y galactosemia tipo 1. Este hallazgo refuerza la hipótesis de rutas metabólicas compartidas entre trastornos del neurodesarrollo y sugiere que los pacientes con Síndrome de Williams podrían beneficiarse de estrategias terapéuticas similares.

 

ree

Autores: Guannan Bai, Weijun Chen, Chai Ji, Yang Yang, Jiyang Shen, Fangfang Li, Yang Wen, Danny Junyi Tan, Xiaoling Jiang, Yingping Xiao, Jinluan Chen.

Referencia bibliográfica: Bai, G., Chen, W., Ji, C. et al. Metabolomic profiles in serum uncover novel biomarkers in children with Williams–Beuren syndrome. Sci Rep 15, 9437 (2025). https://doi.org/10.1038/s41598-025-94018-w

Información de contacto

Dr. Carlos Romero Rivas

Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación
Universidad de Granada

Facultad de Psicología, Despacho 218-E
c/ del Profesor Clavera S/N, 18011 Granada (España)

¡Gracias por tu mensaje!

© 2025 Creado por Carlos Romero Rivas con Wix.com

bottom of page